Viernes, 18 de agosto del 2017 OPINIÓN

Entender el sentido de la vida escolar

El educador León Trahtemberg nos comparte su opinión sobre la importancia de conocer y valorar las fortalezas de cada alumno.

Entender el sentido de la vida escolar
"Lograr una buena educación implica esperar que cada profesor conozca las condiciones de inicio de cada alumno", afirma León Trahtemberg.

Para lograr una buena educación, los profesores deben conocer las condiciones de cada alumno e interactuar con él, usando estrategias que le permitan desarrollar al máximo su potencial en clase, así lo manifiesta el especialista en educación León Trahtemberg. A continuación, el educador nos comparte su opinión sobre la importancia de conocer y valorar las habilidades y fortalezas de cada alumno.

Los padres que ven a sus hijos sufrir en la escuela con las tareas, exámenes, trabajos, portando un sentimiento de invisibilidad por parte de sus profesores, de sus particularidades y necesidades sociales y emocionales, suelen asumir que esos son hechos de la vida escolar que hay que sobrellevarlos. No conocen otras fórmulas por lo que inclusive podrían presionar a los colegios de sus hijos para que los alumnos hagan cientos de ejercicios, tareas, trabajos, exámenes y vivan bajo un control estricto de los profesores exigiendo un cumplimiento riguroso del currículo, programas escolares y disciplina autoritaria.

Lo que no parecen entender es que hay un cúmulo de evidencias científicas de que ese régimen no aporta al aprendizaje significativo de sus hijos, y que todo ese supuesto aprendizaje se extingue al poco tiempo de concluidos los exámenes. Sirve de muy poco como habilidades para toda la vida, para aprender a aprender, para cultivar los talentos y pasiones individuales, que son los verdaderos motores del éxito en la vida.

Quizá una analogía ayude en la comprensión. Supongamos que 10 niños, que nunca jugaron básquetbol, inician su actividad por igual con un entrenador. Al rato, unos niños corren más, driblean mejor, encestan con más precisión que otros. Tuvieron igualdad de oportunidades, pero se produjeron diferencias. ¿Hay que presionar al más débil, para que entrene más horas? ¿Permitir que se agrande la brecha? Hagan lo que hagan, se generarán diferencias (pueden cambiar “básquetbol” por “matemáticas” u otra área)

¿Qué dice la pedagogía siglo XX, la de los estándares y expectativas de logro iguales para todos? Si haces lo mismo con todos y les exiges lo mismo, eres justo y les has dado igualdad de oportunidades (así genere brechas y golpee la autoestima del “fracasado”). Es una “igualdad” que legitima la desigualdad y jerarquiza a los alumnos generando enormes tensiones entre ellos.

¿Qué dice la pedagogía del siglo XXI, la que valora y respeta la diversidad? Si planteas retos diversos a todos, en función de las habilidades e inteligencias múltiples, facilitando que cada uno se cultive más en aquello en lo que tiene mayores fortalezas, darás mejores oportunidades a todos. Si cada alumno va a descubrir qué es lo que le gusta, en qué es competente, qué despierta su pasión, eso impulsará su autonomía, creatividad, disciplina, buena convivencia y deseos de aprender. Esa es la locomotora que arrastrará a todo lo demás. En cambio, si los alumnos no tienen alegría, se aburren, se frustran y sus sueños de ser “alguien” se extinguen porque no hay quién los comprenda y atienda, el camino al abandono de los estudios, la indisciplina escolar y la rebeldía “sin causa” estarán aceitado.

Lograr una buena educación implica esperar que cada profesor conozca las condiciones de inicio de cada alumno e interactúe con él con las estrategias que le permitan desarrollar al máximo su potencial. Es hora que los padres hagan el giro desde sus demandas a la acumulación de conocimientos insulsos a la del acompañamiento de sus hijos para que descubran su pasión.

Artículo escrito por León Trahtemberg

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