Viernes, 8 de octubre del 2021

Descubre la historia que no conocías de Miguel Grau

El marino demostró que no se necesitan características especiales para servir a la patria, solo amar la tierra que te vio nacer.

Descubre la historia que no conocías de Miguel Grau
Como todo ser humano, nuestro héroe también sufrió sus vicisitudes y contratiempos

Todos los peruanos conocemos las hazañas del almirante Miguel Grau al frente a la escuadra peruana, cuando le tocó enfrentar al enemigo en condiciones muy desiguales. Pero como todo ser humano, nuestro héroe también sufrió sus vicisitudes y contratiempos.

Al cumplir los 9 años ya era un amante del mar y le pidió a su padre, Juan Manuel Grau, que le permitiera viajar en el bergantín Tescua, al lado del capitán D.Manuel F. Herrera. Era marzo de 1843. Don Juan Manuel, asombrado por el pedido de su hijo, aceptó.

En esos tiempos, los barcos navegaban a vela y dependían de los azares del viento. Al pasar por las costas de Colombia, una borrasca hizo zozobrar el barco frente a la isla Gorgona. Se cuenta que el pequeño Grau, que no sabía nadar, fue salvado por sus compañeros. Sin embargo, esta experiencia no lo amilanó, sino todo lo contrario: meses después volvería a viajar, pero esta vez como grumete.


DESVENTURA

En 1877, cuando ya era un reconocido marino, Grau tuvo que viajar a Valparaíso, Chile, a recoger el cadáver de su padre, que había fallecido allá mientras él peleaba contra los españoles. Lo hizo acompañado de su hijo Miguel Gregorio, de 8 años. Mientras se ocupaba del trámite, el pequeño sufrió un accidente y falleció. Corría el mes de julio. Este dolor se sumaba a la reciente muerte de su hija Elena en enero de ese mismo año, con apenas 11 meses de nacida.

Iniciada la guerra, le preocupaba el futuro de sus otros hijos en caso él muriera en combate. Por eso, en la carta escrita a su esposa el 8 de mayo de 1879, le pide poner especial atención a la educación de estos:

“… no quiero salir a campaña sin antes […] suplicarte […] que atiendas con esmero y tenaz vigilancia la educación de nuestros hijos idolatrados. Para lograr este esencial encargo, debo avisarte, o mejor dicho recomendarte, que todo lo que dejó de fortuna se emplee en darles toda la instrucción que sea posible, única herencia que siempre he deseado dejarles”.


Como recordó el historiador José Agustín de la Puente Candamo en una entrevista dada al Ministerio de Defensa, en el marco del 135 aniversario del Combate de Angamos, la etapa más feliz en la vida de Grau transcurrió entre 1867, año en que se casó, él con 33 años y ella con 23,y 1879, tiempo en que tuvo sus diez hijos y mantuvo una vida familiar armónica.

Al fallecer, el 8 de octubre, Grau dejó ocho hijos huérfanos, el más pequeño de los cuales tenía apenas nueve meses de nacido y el mayor, 11 años. Miguel Grau se distinguió por ser un hombre íntegro y sencillo, lo que se refleja en una de sus más conocidas frases, citada por Manuel Gonzales Prada en “Páginas Libres”: “No soy más que un pobre marinero que trata de servir a su patria”.

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