
Innovar y generar empatía son algunos de los factores que determinan el éxito de las cadenas hoteleras e inversionistas independientes.
“El índice de Competitividad Turística del Foro Económico Mundial ubica a nuestro país como el segundo destino sudamericano con buena capacidad hotelera. Somos un destino turístico por excelencia y en la última década el sector hotelero ha crecido aceleradamente, lo que demanda una mayor responsabilidad”, explica Jackeline Arciniega, gerente de Marketing de Delfines Hotel & Convention Center.
¿El reto? Mejorar la eficiencia, calidad y competitividad en la cadena de valor. En esa línea, es necesario incorporar adelantos tecnológicos “para ofrecer servicios adecuados a los nuevos estándares de vida”, asegura Arciniega.
EL PODER DE LA INNOVACIÓN
César Arias Isla, director de las carreras de Hotelería y Turismo de ISIL, argumenta que los retos de la industria pasan por la innovación. “Ya no basta con la formación tradicional de servicio. Un profesional hotelero debe adaptarse a las nuevas tecnologías.
Además, se requiere de una orientación comercial para enfrentar a una competencia que es global. Por eso, nuestra propuesta de valor se orienta a la innovación, el marketing y el uso de herramientas digitales”, sostiene.
Es así que en la carrera de Hotelería de ISIL dictan cursos como Innovación para Hoteles y Restaurantes, donde se analizan requerimientos y herramientas adecuadas, así como la creación de productos con valor agregado. También integran la malla Márquetin Digital Turístico y Hotelero y Proyecto de Gestión de Experiencias en Empresas de Servicios, que se concentra en el diseño de experiencias innovadoras, rentables y sustentables.
Según Isabel Oliden Martínez, directora de la Escuela Profesional de Turismo y Hotelería de la Universidad de San Martín de Porres, la industria hotelera depende en gran medida de un grupo limitado de plataformas de reserva, cuya característica importante es la evaluación y clasificación de los hoteles por parte de los propios huéspedes. “Lo que nos lleva a otro gran reto: la gestión de la reputación”.
Se debe considerar que el viajero actual investiga, compara y exige más, por lo que demanda una alternativa de servicio distinta, de acuerdo a su tipo de viaje. Todo apunta al éxito de las experiencias personalizadas.