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En los últimos años, hemos sido testigos de rápidos y constantes cambios en relación con las tecnologías de la información y comunicación (TIC), que han vuelto imperativo el desarrollo de una competencia digital que nos permita desenvolvernos en un nuevo entorno de herramientas tecnológicas.
El campo de la enseñanza de lenguas no es ajeno a este proceso de innovación. Los retos pedagógicos de inmersión lingüística integran el aula y la tecnología, mediante el uso de herramientas y recursos tecnológicos (por ejemplo, aplicaciones basadas en flashcards, nemotecnia o ludificación, así como material audiovisual en forma de podcasts o presentaciones personalizadas a través de dispositivos digitales), con nuevas metodologías y estrategias de enseñanza.
Las instituciones y los profesores deben apostar por nuevas metodologías, como el aula inversa (flipped classroom), que incluye distintos espacios o plataformas de aprendizaje con contenidos, materiales y recursos actualizables y que genera –dentro del aula y en línea- un mayor compromiso, aprendizaje intuitivo e interactivo previo a la clase y un mejor aprovechamiento del tiempo para reforzar lo aprendido.