Volver a la universidad después de los 30

En un mundo cada vez más competitivo las personas que trabajan requieren diferenciarse de alguna manera para conseguir un puesto laboral atractivo. Y lo logran, haciendo uso de una gama de características invaluables: personalidad impactante, años de experiencia en el oficio, inglés fluido o algún otro talento que el empleador esté buscando para cubrir necesidades. Sin embargo, si el premio es un puesto de mando medio o gerencial, el mayor requerimiento del mercado será el contar con un título profesional.

Hay algo muy cierto aquí. Aquellas personas con experiencia que por azares del destino no pudieron concluir sus estudios y deciden volver a la universidad, tienen más posibilidades de sacar ventaja frente sus compañeros de 18 años, pues gozan de tres ventajas poco imitables: (1) Estudios que complementan y dan forma a su experiencia laboral, (2) Las sinergias enriquecedoras con otros alumnos por el cúmulo de historias de éstos en una diversidad de empresas que favorece el aprendizaje y (3) La red de contactos que se va formando y que ayuda a pavimentar el camino al mejor empleo.

Esto me recuerda la historia de Jordi Muñoz, un mexicano aficionado a los blogs de drones, que a los 23 años era dueño de 3D Robotics, empresa con ventas de aproximadamente USD 60 millones en el 2015. Ante la pregunta de por qué volvió a la universidad si ya era rico, Jordi respondió: “Estudio por varias razones, pero lo más importante es que para llegar más lejos es primordial tener fundamentos sólidos. Al iniciar mi empresa, me di cuenta que muchos problemas de ingeniería me tomaron tres veces más tiempo, porque no tenía la capacitación adecuada. En la universidad te dan el conocimiento ya ´digerido’ y esa es una gran ayuda”.

No dejen de soñar. Nunca es tarde.

Por César Ordóñez Zúñiga