Sábado, 23 de octubre del 2021 GUÍA DE PADRES

Ansiedad por el retorno a clases

Muchos adolescentes se han visto afectados emocionalmente por la pandemia y ahora sienten inseguridad por las clases semipresenciales.

Ansiedad por el retorno a clases
Los padres deben estar atentos a signos como tristeza, miedo, desgano y a un repentino descenso en las notas.

La pandemia de COVID-19 ha dado lugar a otra pandemia, una de ansiedad y depresión. La necesidad de aislarse en casa por tanto tiempo ha duplicado los síntomas de depresión y ansiedad en niños y adolescentes, en comparación con la etapa prepandemia.

Así lo demuestra un análisis de 29 estudios en los que participaron 80.879 jóvenes, llevado a cabo por la Universidad de Calgary, en Canadá, y publicado en la revista médica JAMA Pediatrics.


Asimismo, en el plano local, un estudio del Ministerio de Salud y Unicef indica que tres de cada diez niños y adolescentes de 6 a 17 años manifestaron un problema de salud mental durante la pandemia.

Ante esto, ¿te has preguntado si podrías reconocer señales de ansiedad y depresión en tus hijos? “En el caso de la depresión, se pueden afectar los hábitos de alimentación y de sueño. Los adolescentes se vuelven tristes o irritables, se aíslan de la familia y de sus amigos y pierden interés en las actividades que antes les producían placer”, sostiene Jorge Pérez, coordinador de Orientación Psicopedagógica de la Universidad del Pacífico.

En el caso de la ansiedad, al adolescente se le ve preocupado, inquieto y tenso, especialmente por situaciones que no puede controlar y a las que les augura un resultado negativo, casi catastrófico. Puede estar irritable y bajar en sus notas, pues pierde la capacidad de atención y concentración.

Además, Pérez advierte que es común que el rendimiento académico disminuya e incluso que los chicos comiencen a faltar a clases. En algunos casos, surgen ideas o discursos relacionados con un futuro negativo, con la muerte y el suicidio.


ESCÚCHALO

“Es importante que los padres les ofrezcan a sus hijos un espacio para expresarse, donde se sientan escuchados y donde vean que se respetan sus tiempos y no se emiten juicios”, aconseja Beatriz Canessa, jefa del departamento de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Lima.

No es buena idea minimizar la importancia de los síntomas descritos, decirle al adolescente que ya le va a pasar, que tiene que ponerle ganas o cosas similares, porque entonces él se sentirá incomprendido y frustrado. Su problema es un desequilibrio químico que él no puede controlar y requiere ayuda especializada.

Beatriz Canessa sugiere evitar preguntas y comentarios como “¿por qué estás así?”, “cálmate”, “deja de llorar”, pues no son de utilidad. Más bien, recomienda emplear frases conciliadoras, como “te noto un poco irritado… cuando quieras, estoy aquí si deseas hablar”.



Puede que los jóvenes decidan no conversar en ese momento. Pero el hecho de saber que cuentan con sus padres puede ayudar a que se abran más adelante.

Si el chico no lo hace, se mantiene igual o, incluso, empeora, hay que buscar ayuda especializada. Dejar avanzar estos problemas o pensar que van a resolverse solos es, casi siempre, un error.

“La ansiedad y la depresión crónicas pueden ocasionar males físicos y digestivos, problemas graves de salud mental y, en ciertos casos, el uso de sustancias (drogas, alcohol u otros). Incluso, pueden dar lugar a ideaciones suicidas o al suicidio”, señala Karen Pérez Maravi, coordinadora académica de Psicología de la Universidad Continental.

A veces los chicos ocultan muy bien sus penas y angustias. Muchos padres se enteran del problema después de tiempo. Por eso es tan importante la comunicación real, efectiva, sin televisión de por medio y sin otros ruidos. Solo el padre o la madre con su hijo, en un ambiente de calma y comprensión.

CONSEJOS PARA PAPÁS

• Habla con honestidad sobre tus propias emociones. Será un ejemplo para los chicos.

• Reconoce los logros de tus hijos. Ello favorece la construcción de un mejor autoconcepto y una mayor autoestima.

• No uses comentarios negativos hacia tus hijos. Es mejor decirles “no estoy de acuerdo con la manera como has procedido”, a decirle “eres un irrespetuoso o un vago”.

• Buscar ayuda profesional cuando, pese al apoyo familiar, la situación continúa y se perjudica su rutina diaria (rendimiento académico, actividades de ocio, relaciones sociales o familiares).

Fuente: Beatriz Caness

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