Sábado, 27 de octubre del 2018

Carolina Guttman: el timón de la empresa

Desde 1948, el nombre de Carolina se convirtió en hito de buen gusto y alta costura femenina.

Carolina Guttman: el timón de la empresa
Tras la Segunda Guerra Mundial, Carolina Guttman dejó su natal Hungría junto a su familia para establecerse en el Perú.

La Sra. Carolina Guttman de Rosenberg hizo historia en la industria de la confección en el país. Desde 1948, su nombre es un hito de buen gusto y alta costura femenina.

Arribó al Perú después de la Segunda Guerra Mundial, luego de más de 3 meses de travesía. Junto con su esposo, Don Edmundo Rosenberg e hijo recién nacido, Félix Rosenberg, fueron el único matrimonio, de su Hungría natal, en sobrevivir al holocausto nazi que les arrancó a muchos de sus seres queridos.

Así el timón de barco, símbolo institucional de la corporación, se convertiría en el reflejo de ilusiones: de una adecuada conducción, de una ruta propicia, hacia un buen destino.

El desembarco trajo una renovada intención de establecer su hogar junto con su esposo e hijo. En el empeño, la Sra. Carolina se enfocó en confeccionar –ella misma– una a una las prendas combinando buen gusto, detalle y estilo personal que caracterizó luego a la empresa.

Los años transcurrieron en costura recta ascendente. Enlazando experiencias, buenos resultados. Combinando conocimiento, experiencia, empeño, buen gusto. Los sueños trazados con tiza se hicieron realidad en la tela y en la vida. Renacieron sus hijos. La joven pareja maduró en el empeño de mejorar la calidad del servicio y del producto. La empresa, con el tiempo creció y formaron una gran familia.

Al fallecer el Sr. Edmundo, asume la dirección su hijo mayor: Félix Rosenberg Guttman, quien fue formado en el trabajo desde adolescente. Esta segunda etapa de la corporación crece en inversión de tecnologías, infraestructura, producción y proyección comercial.

Hace unos años, la Sra. Carolina nos dejó, pero su enseñanza, pasión y dedicación sigue viva en cada persona de su empresa. Puntada a puntada, el mejor recuerdo: la pasión y responsabilidad en cada una de las confecciones desarrolladas. Para cada trabajador, el sello corporativo es una muestra de que se ha alcanzado un buen grado de perfeccionamiento personal, un motivo de orgullo de pertenecer a esta corporación que sigue navegando tras los sueños primigenios de su fundadora.

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