“Los avances tecnológicos no solo hacen referencia a desarrollar nuevos equipos, sino a integrar nuevos tratamientos a la tecnología”, menciona Sarria
Referirse al cáncer es hablar de un término que engloba más de 200 tipos de enfermedades, las cuales tienen como patrón común la alteración genética de las células. Para los que investigamos y tratamos el cáncer, conocemos la historia que el Perú ha afrontado para intentar vencer esta dura batalla, una que aún no acaba y que mantiene varios retos hacia el futuro.
Somos parte de un país con un crisol de culturas complejas y diversas. Cada una de ellas, desde la época pre-hispánica, utilizaba la medicina natural para identificar males o enfermedades y tratarlas. Se trataba de conocimiento paliativo que, si bien era efectivo en algunos casos, en otros no era suficiente para salvar vidas.
Pese a que el Perú supo integrar parcialmente la medicina natural con los avances médicos y tecnológicos, nos falta fomentar una cultura preventiva. Su ausencia complica la detección temprana de anomalías y, en general, la lucha contra el cáncer.
Para enfrentarse, por ejemplo, contra el cáncer de mama, antes se promovía con mucha fuerza el autoexamen de mama. Luego, se informó de las bondades de la mamografía a partir de los 40 años. Sin embargo, ¿qué pasa con los que tienen mayor riesgo?
Los avances tecnológicos no solo hacen referencia a desarrollar nuevos equipos, sino a integrar nuevos tratamientos a la tecnología ya existente y que esto permita obtener mejores resultados. Ahora se utilizan ecografías mamarias para pacientes menores de 40 años, en caso tengan factores de riesgo, como el tema hereditario, para prevenir aún más.
En línea con ello, uno de los últimos avances se llamada biopsia líquida, que se da con el análisis temprano del ADN, que contiene la firma característica del cáncer en sus múltiples variables, solo que tempranamente. A futuro, la potencia diagnóstica nos pondrá retos al sistema de salud desde varios frentes, entre ellos el ético, económico y humanista ante caras cada vez más tempranas de ese viejo enemigo llamado cáncer.
Por Gustavo Sarria