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Viernes, 24 de abril del 2020

Francia: del aula presencial a la pantalla digital

Francia se vio obligada a cambiar del aula presencial a la pantalla digital. ¿Cómo se llevó a cabo esta operación?

Francia: del aula presencial a la pantalla digital
Nelson Vallejo-Gómez, secretario general del Consejo científico de educación de Francia.

Por: Nelson Vallejo-Gómez

Secretario General del Consejo científico de Educación de Francia

Past-Agregado de Cooperación de la Embajada de Francia en el Perú (2005-2009)

Al tener que confinar a 12.8 millones de alumnos y más de un millón de funcionarios, buscando salvaguardar la continuidad pedagógica, es decir, el servicio público de educación, Francia se vio obligada a mutar, de un día para otro, del aula presencial a la pantalla digital. Ya vendrá el momento de evaluar dicha operación y las mutaciones que requiere para mejoramiento del sistema, mayor nivel educativo, bien estar y justicia social.

¿Cómo se llevó a cabo operación tan compleja, con qué instrumentos, protocolos y objetivos se está realizando? ¿Qué brechas técnicas y pedagógicas, socio-económicas y culturales se han evidenciado?

Francia tiene un sistema escolar: público, obligatorio, gratuito y secular (‘laïque’), desde el siglo XIX, así como aquellos países que, para organizar las instituciones propias a su Estado-Nación, se han inspirado, sea ideal o realmente, en los principios de la República francesa (Liberté / Egalité / Fraternité). Francia se ha llevado dos siglos institucionalizando un sistema educativo, hilvanado a la historia del régimen republicano, del pensamiento moderno, crítico y secular, de los derechos humanos fundamentales y de la emancipación del individuo; tiene categorías que juegan un papel paradigmático, es decir, estructurante y acondicionador, tales como: aula en presencial, pedagogía tradicional, clasificación estructural de las asignaturas según importancia, evaluación numeral y punitiva, autoridad vertical, jerarquía y estatutos corporativistas del personal educativo, directivo y administrativo.

Han emergido entonces tradiciones propias en cada uno de los subsistemas que componen un entramado burocrático e institucional, hecho de intereses socio-económicos, culturales y políticos, de corporativismos que dificultan las reformas de paradigma y el tratamiento de categorías propias a la revolución digital.

Pero vivimos nuevos tiempos. Y los sistemas educativos, sea en presencial o a distancia, han tenido que enfrentar una mutación técnica y pedagógica, epistemológica y cultural, es decir, una mutación paradigmática, tan radical como lo fuera el invento del libro en la Antigüedad clásica o la imprenta en los albores de la Modernidad. La mayoría de los actores del sistema no tienen conciencia del paradigma mutante en juego, sea por ignorancia, miedo o indiferencia.

Sin embargo, desde el 2010, con la creación del primer Consejo Científico en la Dirección General de Educación Básica y Media del Ministerio de Educación Nacional de Francia, como ya a nivel de todo el sistema, desde el 2017, cuando fue nombrado Ministro, Jean-Michel BLANQUER, se procede a una revolución educativa que lleva por nombre Ley para la Escuela de la Confianza. Con ello se busca que la política educativa no sea bandera ideológica, sino generar un ecosistema escolar, compuesto de cuatro categorías en círculo virtuoso: Investigación (en particular el aporte de las ciencias cognitivas o del Conocimiento), Formación (inicial y capacitación de todo el personal encargado del sistema), Prácticas pedagógicas y Gestos profesionales, y Materiales educativos. Se requiere que el sistema integre la disrupción, la innovación, la creatividad técnico-administrativa, pedagógica, epistemológica y cultural que comporta la revolución digital, es decir, se busca que el sistema escolar francés esté en condiciones de enfrentar los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial, donde ‘el nervio de la guerra’ o la ‘piedra filosofal’, ya no sea el saber o información, sino Big Data.

En efecto, desde el 2017 y gracias a la nueva Ley para la Escuela de la Confianza, Francia construye el reactor nuclear técnico-pedagógico que alimente el circuito virtuoso de dicho ecosistema escolar. Su base nodal se encuentra en la región de Poitiers (centro del Hexágono), donde la Escuela Nacional de Capacitación de Autoridades del ministerio de educación ha sido transformada en Instituto de Altos Estudios para la Educación y la Capacitación. También se encuentran en Poitiers, el CNED y la Red Canopé. Estas tres instituciones son públicas; con el apoyo del Consejo científico de Educación Nacional y de la Administración ministerial, tienen por misión de utilizar todas las bondades de la tecnología digital para proponer formaciones, capacitaciones, metodologías ágiles y disruptivas, estructuración, interconexión e interacción de proyectos educativos en línea, diseños curriculares, material pedagógico y ejercicios prácticos digitales.

Con el apoyo de estas instituciones, el ministerio de Educación de Francia ha buscado salvaguardar la #ContinuitéPédagogique (‘continuidad pedagógica’), es decir, el deber estatal de mantener la continuidad del servicio público educativo en medio del confinamiento obligatorio, y ha propuesto a los alumnos, profesores y padres de familia, materiales, métodos y contenidos para crear #MaClasseÀLaMaison (“MiClaseEnCasa”); al mismo tiempo, se ha creado una estrategia nacional llamada #NationApprenante (“NaciónAprendizaje”), que reúne medios de comunicación públicos y privados (radio, prensa, televisión) y empresas de material educativo digital para contribuir con multimedia a la continuidad pedagógica. Sobra acotar que dicha estrategia ha requerido el compromiso y la confianza de todos los ciudadanos, en particular de los padres de familia y de los mismos profesores.

Vendrá el momento de evaluar y de ver cómo corregir las brechas de todo tipo, que ha puesto en evidencia el salto brutal del aula en presencial a la pantalla digital: desigualdades en lo material e inmaterial, desde los establecimientos educativos hasta los hogares, tanto en la calidad y disponibilidad del material técnico digital, como en la conectividad.

En suma, la crisis múltiple ha reflejado que el sistema escolar tradicional, y la mayoría de sus actores, no estaba en condiciones materiales óptimas, ni tampoco posee los datos inmateriales (conocimientos, competencias y aptitudes) para afrontar un ejercicio en línea de salvaguarda nacional educativa. Para ser absolutamente modernos o para entrar definitivamente en la revolución digital educativa, se requiere, además de competencias primordiales, competencias transversales, amén de las sociales, las cognitivas y éticas, propias al método del paradigma de complejidad (competencias del ‘ethos-religare’, cf. Edgar Morin, Método 6 – Ética, París 2004).

En fin, las múltiples crisis que ha generado la pandemia COVID19 suscitan preguntas subsidiaras, que requieren pensarse desde un paradigma de complejidad, como lo hace Edgar Morin en su obra: ¿la revolución educativa, que conlleva la revolución digital, será una oportunidad para reformar y mejorar las bondades del Estado-nación republicano? ¿Será el siglo XXI, el siglo de la ‘Ilustración Digital’ y del advenimiento de formas inéditas de Progreso, Ciencia, Verdad, Justicia, Bondad, Belleza? ¿Conllevará la educación en línea y la revolución digital el advenimiento de una Humanología para aprehender del ‘conocimiento del conocimiento’, de la ‘comprensión humana’, de la ‘identidad planetaria’, de la ‘ética de religación’?