Perú ha sido elegido por varias entidades internacionales como uno de los mejores países de la región para invertir.
De acuerdo al estudio de PwC, “Mine 2016 – Slower, lower, weaker… but not defeated”, las 40 empresas mineras más grandes del mundo, en base a su capitalización bursátil, perdieron valor en más de 37% durante el 2015.
En el primer semestre del 2016 hemos empezado a observar cierta mejoría, pero aún está por verse si este resulta ser el año de quiebre. Una mirada a los precios nos muestra distintos panoramas, dependiendo del metal.
El precio del cobre, por ejemplo, se ha mantenido bastante estable durante los últimos diez meses.
Su demanda se mantiene, pero la producción global ha aumentado; esto, en buena parte, debido a la puesta en marcha de operaciones peruanas como Las Bambas, Cerro Verde y Constancia. Los precios del oro y la plata no se encuentran aún a los niveles vistos en el 2012, pero sí a valores similares a los de finales del 2010.
¿Qué podemos esperar en el 2017? Utilizando las palabras de Peter Drucker, “la mejor manera de predecir el futuro es creándolo”. Perú ha sido elegido por varias entidades internacionales como uno de los mejores países de la región para invertir.
Sin embargo, debemos preguntarnos si lo que estamos haciendo hoy nos acerca más a donde queremos estar mañana.
De acuerdo a la cartera de proyectos mineros publicada por el Ministerio de Energía y Minas, tenemos cinco proyectos, por una suma de más de mil millones de dólares, que tienen fecha de inicio de operaciones entre diciembre del 2016 y finales del 2017. Si consideramos el 2018, podemos sumar ocho proyectos más por un monto de más de siete mil millones de dólares.
Pero la inversión minera ha venido disminuyendo durante los últimos tres años y es muy probable que esta tendencia continúe durante el 2017. Debemos crear nuestro futuro enfocándonos en destrabar los proyectos existentes y atrayendo nueva inversión, llevar a cabo reformas en las instituciones políticas y judiciales, luchar contra la corrupción, simplificar la tramitología e inyectar confianza, pero no sólo a los empresarios, sino también a nuestras comunidades.
Por Alfredo Remy, socio líder de minería de PwC