Jueves, 9 de junio del 2016 CULTURAL GENERAL

¿Cómo llegan los chicos a la universidad?

El creciente desinterés que tienen los jóvenes por investigar lo que los rodea, obliga a plantear algunas soluciones.

¿Cómo llegan los chicos a la universidad?
¿Cómo llegan los chicos a la universidad?

Hay déficit en la base educativa, coinciden los expertos. Y hay diversas aristas por analizar. Una de ellas es que son muy pocas las instituciones escolares y universitarias que asumen el reto de brindar una formación integral. “Es notoria la diferencia entre los alumnos que provienen de centros educativos que potencian al ser humano en todos sus aspectos y los que simplificaron su labor formativa a la preparación para un examen de ingreso. Gracias a esto encontramos jóvenes que pueden explicar lo esencial del proceso revolucionario francés del siglo XVIII y a otros que no pueden detallar el año exacto de la promulgación de la Constitución vigente o qué se resolvió en la batalla de Ayacucho”, afirma Juan Carlos García, director del Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima.

A su turno, Betford Betalleluz, catedrático de los cursos Globalización y Realidad Nacional e Historia Crítica de la Cultura e Historia Latinoamericana de la Universidad ESAN, señala que muchos colegios públicos y privados nacionales parecen anclados en un modelo pedagógico del siglo XIX. “En nuestro país y el mundo se han desarrollado corrientes educativas modernas que de una manera lúdica incentivan la investigación desde los propios intereses de los estudiantes, lo que permite que descubran su entorno local, regional y mundial”, sostiene.

AGONIZA LA CURIOSIDAD

Otra arista del problema es que la familia debe incentivar entre sus miembros más jóvenes la curiosidad por investigar y conocer lo que sucede en su entorno. “Lamentablemente, en la mayoría de los hogares peruanos se han perdido dos hábitos que son muy saludables para la formación de los chicos. Primero, leer el periódico; y segundo, la conversación.”, afirma Norma Reátegui Colareta, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL).

No obstante, es muy complicado pedirle a las cabezas de familia ocuparse de estos aspectos de la educación de sus hijos si es que ellos mismos crecieron en un ambiente donde el conocimiento no fue valorado adecuadamente. “Considero que debemos desechar la costumbre perversa de brindar y filtrar el conocimiento cultural de un joven en base a un hipotético, y casi siempre mal enfocado, futuro inmediato. En el colegio obligamos a los estudiantes a pensar en la universidad y en la universidad a pensar en su vida laboral. Entonces, nunca están presentes en el aula, ni delante de un libro ampliando sus referentes o entendiendo cómo funciona la mente humana. ¿En qué momento los alumnos pueden disfrutar el placer de descubrir algo por su propios medios, si solo tienen en la cabeza lo que servirá para el examen o la vida en el trabajo?”, puntualiza García.

Tampoco debemos olvidar al Estado que es el que debe velar porque exista una educación igualitaria, que, además de brindar oportunidades similares para todos, forme jóvenes listos a integrarse en la vida social, cultural y, por qué no, política del país.

“El Estado peruano ha sido incapaz de enfrentar las demandas de una sociedad cuya población sigue creciendo a un ritmo acelerado”, afirma García. Entre tanto, las instituciones educativas de nuestro país han tratado de adaptarse al desborde demográfico mediante estrategias inadecuadas que podemos resumir en una frase: mercantilismo educativo, reflexiona el docente de la Universidad de Lima.

LAS SOLUCIONES

El creciente desinterés que existe en los jóvenes peruanos por conocer e investigar lo que los rodea, nos obliga a buscar soluciones.

1. Reátegui Colareta comenta que se deben incentivar las ciencias porque desarrollan el pensamiento crítico. Pero también las ciencias humanas, pues tienen contenidos valorativos importantes que permiten que una persona sea capaz de explicar su entorno cultural, sociedad, religión, estética, conocimiento científico y filosófico. “Esta capacidad se construye a lo largo de todos los niveles y aspectos de la vida”, señala.

2. La universidad debe convertirse en un espacio donde confluyan las ideas y se discutan puntos de vista que se tienen respecto a la realidad nacional. Betalleluz afirma, desde su óptica, que solo entendiendo qué sucede en el lugar que nos rodea obtendremos la capacidad de ponernos en el lugar del otro. También es contundente al recalcar que que el Perú tiene problemas muy complejos que requieren de una apertura mental que se logra a través de un trabajo interdisciplinario. Y que allí hay muchísimo por trabajar.

3. García concluye que “tenemos que comprometernos a colocar los cimientos desde los cuales se pueda construir una ciudadanía responsable por el bien común. Para ellos, debemos transformar la educación y dejar de verla como un medio con fines únicamente materiales”.

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