
Hasta el día de hoy, la Sunedu ha licenciado 53 universidades y una escuela de posgrado.
La universidad peruana necesitaba un cambio. Esa es una reflexión que deambula en el ambiente académico cuando se habla del trabajo de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) después de la puesta en marcha de la nueva Ley Universitaria.
CALIDAD CONTINUA
Ana Lucía Mejía, jefa de Acreditación y Aseguramiento de la Calidad Académica de la Universidad del Pacífico (UP), señala que por primera vez en el país surge un proceso sistémico para verificar las condiciones esenciales de funcionamiento de las universidades peruanas.
“Licenciar significa reconocer el esfuerzo que hace cada universidad por el compromiso de mejoramiento continuo. En ese sentido, es el primer gran paso para el logro de estándares superiores de calidad”, afirma.
En su opinión, el desempeño de la Sunedu es positivo, toda vez que ha cumplido con la regulación, que ha supuesto una fina revisión y en los plazos establecidos.
Sobre los puntos que considera se deberían replantear, manifiesta que la operatividad es uno de ellos –entendida como el modo de presentación, formas y trámites–, así como la interpretación de las normas, para hacer el proceso más dinámico. Su opinión es que el modelo de licenciamiento actual garantiza que el servicio educativo sea revisado periódicamente, lo que permitiría que las instituciones licenciadas cumplan con mantener y mejorar sus condiciones de enseñanza en el tiempo.
A su turno, Elsie Bonilla, directora de la oficina de Acreditación y Planificación de la Universidad de Lima, hace énfasis en que la norma se ha desnaturalizado hasta convertirse en un proceso burocrático.
Esta circunstancia, sostiene, lo aleja de su objetivo principal, que es constituirse como un proceso único que contribuya a mejorar la calidad de la educación. “Una oportunidad de mejora y de desburocratización de la administración pública sería contar con un solo proceso de licenciamiento y continuar con procesos de acreditación progresivos”, propone.
Respecto a los objetivos que se trazó la nueva Ley Universitaria, considera que se cumplen en parte. Lo más importante, recalca, es defender el sistema universitario y fortalecerlo. “Lo trascendental no será cuántas universidades cerraron, sino cuáles están en condiciones de formar a quienes conduzcan al país hacia el desarrollo”, puntualiza.