El valor de los tuyos: reputación y empleados
El Gerente General de Llorente & Cuenca Perú, Luis Miguel Peña comenta que ante una crisis, los empleados son los principales líderes de opinión.
Cuando ocurre una crisis corporativa, lo primero que hacen las empresas es dar un comunicado de prensa a los medios y enviar un escueto correo interno a los empleados donde explican casi nada sobre el problema. A continuación, el gerente general de Llorente & Cuenca Perú, Luis Miguel Peña nos comparte su opinión sobre el papel que cumplen los empleados en una crisis empresarial:
“En los momentos de graves dificultades en la vida, lo normal es recurrir a los tuyos o a los más cercanos. En el ámbito personal serían la familia y los amigos, pero en el empresarial son, claro está, los empleados.
Los empleados de una compañía son lo más parecido a un familiar o amigo íntimo. Conocen nuestras fortalezas y debilidades, no les podemos embaucar porque saben de lo que somos capaces y de lo que no. Tenemos claro que su tendencia natural es la de ayudar, pero al mismo tiempo sabemos que debemos hacernos merecedores de su ayuda.
En la actual crisis de confianza en las organizaciones, los empleados son los principales líderes de opinión. Los colaboradores de cualquier organización, en cualquier sector, son el interlocutor más creíble para el resto de ciudadanos, especialmente si es un conjunto relevante de empleados el que opina de la misma manera.
La gran ventaja del momento en que vivimos, es que nuestros empleados pueden volcar la balanza en la conversación pública si están realmente convencidos de nuestra actuación en el caso. No basta con que “enviemos” los argumentos para que los difundan, porque una conversación no funciona nunca así. Debemos lograr que haya aprobación interna hacia las medidas que se están tomando y la forma con que se está actuando, si queremos que nos ayuden públicamente.
Esa objetividad de los empleados, que no tienen un vínculo tan emocional como los familiares o amigos, es precisamente la que les otorga tanta credibilidad en la conversación pública, porque hay muy pocos que defiendan a su compañía irracionalmente (y en esos casos, se nota y no sirve)”.